domingo, 25 de junio de 2017

Amor inexistente

- ¿De nuevo ?

Respondí con ineptitud y un tanto confundida. Era imposible, habían transcurrido años desde la última vez que lo vi, todos creíamos que él estaba muerto y de pronto se aparece frente a mí sin explicación alguna. Yo únicamente me encontraba caminando hacia el supermercado a realizar las compras semanales, cuando de entre un callejón salió dando un paso fuerte y logró colocarse frente a mí; en ese instante cautivo mi atención puesto que no imaginaba semejante sorpresa. La hora no la recuerdo con exactitud, solamente podría decir que estaba anocheciendo y hacía un poco de viento. Así eran las típicas tardes de otoño en la ciudad y sin imaginarlo, de un instante a otro todo cambió. La monotonía y rutina se esfumaron al verlo de pie frente a mí. De pronto, decide dar un paso hacia mí y al tenerlo tan cerca puedo notar que su ropa se encuentra desgastada y con algunos agujeros que fueron cubiertos con parches de tela. En su cara puedo ver ciertas marcas de preocupación y sus pómulos se encuentran marcados. Ahora es un poco más delgado, pareciera como si no hubiese probado alimento en meses. Ha cambiado tanto desde la última vez, mis recuerdos sobre su persona son tan distintos. Además, puedo notar que en sus brazos se encuentran algunas heridas con un poco de sangre seca alrededor y en su pecho se aprecian cicatrices que forman un patrón extraño; como si hubiesen sido creadas con un propósito. Comienza a mirarme fijamente a los ojos y empiezo a sentir una especie de nerviosismo. Hace mucho que esos ojos no me miraban con tanto detenimiento. Siento que quiere decirme algo con su mirada, pero una fuerza invisible parece impedírselo; no entiendo nada de lo que está ocurriendo ahora.

Empiezo a viajar dentro de mis recuerdos; semejante encuentro removió muchos sentimientos y memorias dentro de mí. Recuerdo el día en que murió como si hubiera sido ayer; Nos encontrábamos en lo que parecía ser una mañana de invierno común y corriente, la brisa era fresca y el cielo nublado. Estábamos recostados en la sala y decidí encender el televisor, en el canal del noticiero se estaba anunciado que una tormenta de nieve se aproximaba y se recomendaba que los ciudadanos se resguardaran en los hogares. Parecía que nuestros planes de viaje iban a verse frustrados por semejante noticia. A los dos nos gustaban las aventuras extremas, todo siempre era un reto, por lo cual, decidimos que sería interesante llevar a cabo el viaje para deleitarnos con la nieve en otro ambiente abierto, diferente a la ciudad. Lamentablemente, un par de minutos después, un dolor intenso en el estómago comenzaba a atormentarme y decidí ir a la cama a descansar y le propuse posponer el viaje, pero como era de esperarse, se negó. No se pudo resistir y yo no me sentía con el poder para negarle disfrutar de la vida, de lo que ambos amábamos hacer. No tardó mucho tiempo en tomar la decisión de iniciar el viaje, recogió un par de cambios de ropa y zapatos y los metió a su maletín. Después de todo solo quería disfrutar un par de horas de la nieve, viajando a un pueblo perdido y que parecía haber sido olvidado por los habitantes de la ciudad. Las pocas personas que sabían de la existencia de ese pueblo, presumían que había en él los mejores paisajes. Había un fuerte contraste entre la naturaleza y la parte colonizada por los humanos pero que había sido olvidada. Edificios abandonados y plantas brotando dentro de ellos, los cuales serían cubiertos por nieve en unas cuantas horas al llegarles la tormenta.

El viaje hacia el pequeño pueblo no era tan largo, se encontraba a escasas dos horas de la ciudad. Él había salido apenas hacía una hora y además prometió avisarme en cuanto llegara a su destino. Al encontrarme sola en nuestro hogar, decidí matar un poco el tiempo y encendí el televisor. Las noticias nuevamente, en primer plano se encontraban fotografías y videos de cómo la tormenta iba cubriendo y destruyendo todo a su paso; vi como llegaba al pueblo. Al ver las noticias, sentí una gran preocupación y decidí marcarle al móvil, no timbró mucho y al instante atendió mi llamada; lo primero que hice fue preguntarle sobre la tormenta, de cómo estaba el camino y él solo respondió que algo resbaloso porque estaba lloviendo y cayendo un poco de nieve. Parecía ser que no era tan desastroso como lo había visto en las noticias, pero aun así no estaba tranquila, tenía miedo de que algo le sucediera. Él sintió mi preocupación y me dijo que no me colgaría hasta que el llegara al pueblo para que me asegurara que todo estaba bien. De repente, en vez de escuchar su voz a través del móvil se empezaron a escuchar sus gritos, golpes y vidrios quebrándose de una forma incesante y espantosa. Parecía una película de terror y era difícil imaginar que era lo que estaba ocurriendo realmente. No quería comenzar a sugestionarme, pero fue inevitable, por mi mente pasaron tantas cosas y comencé a gritarle para que me dijera qué estaba pasando. Lo único que pedía es que el estuviera bien y que sólo fuera una mala broma de su parte. Había mucho ruido, parecía que la llamada iba a cortarse sin tener una explicación. Finalmente, después de tanto ruido imparable, todo cesó saliendo a la luz un silencio que me hizo estremecer. Parecía una película de terror de la cual no quería que ninguno de los dos fuéramos los protagonistas.

Te amo, nunca lo olvides

Susurró al móvil, apenas alcance a escucharlo a pesar de todo el silencio que había. Su voz parecía desgastada, noté en ella mucho dolor y pocas esperanzas para continuar viviendo. Estaba dándome a entender que todo iba a terminar y yo no quería eso para nosotros. Quizá era algo egoísta, pero yo lo amaba y nuestra vida era perfecta ¿cómo era posible que de un día a otro todo cambiara? Lo quería de regreso conmigo sano y salvo. Deseaba inmensamente que jamás hubiese emprendido ese viaje. Mi dolor de estómago parecía que había sido una señal, pero decidimos no escucharla. Todo parecía ser tan confuso que mi mente no lograba comprender que era lo que estaba sucediendo dentro de aquel automóvil. Comencé a gritar imparablemente pidiendo una explicación, sentía un vacío dentro de mí, que iba llenándose de coraje e impotencia. Podría decir que entré en una especie de <<shock emocional>> y lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos. Era algo que no podía detener, sentía como algo dentro de mí estaba oprimiéndome el pecho y estaba comenzando a faltarme el aire para respirar. Rogaba a Dios que no fuera nada grave lo que había sucedido con él y le pedía que me diera calma, puesto que de nada me servía estar paranoica.

Pasaron unos cuantos minutos y no recibí respuesta alguna por parte de él. Así que decidí tomar la iniciativa y comencé a llamar a la policía, ambulancias y todas las autoridades correspondientes para que lo rescataran de lo que sea que le hubiese ocurrido. Les comenté a las autoridades todo lo que había pasado y escuchado a través del móvil, pero jamás pude precisar el lugar del acontecimiento puesto que nunca se me ocurrió preguntarle en que parte de la carretera iba. Las autoridades emprendieron su labor y revisaron toda la carretera de pies a cabeza, se sentía que algo andaba mal y a mí no me comentaban nada de lo que habían recopilado de información. Empezaron a llamar refuerzos, pero poco a poco noté como los ánimos de búsqueda iban disminuyendo. Fue entonces cuando decidieron comentarme que en ningún tramo de la carretera había secuelas de algún accidente, puesto que jamás dieron con algún automóvil accidentado y mucho menos con algún cuerpo, parecía como si todo hubiese sido tragado por la tierra. La tormenta de nieve comenzaba a ceder y ni aun así dieron con algún rastro de él. Pasaron semanas de búsqueda, puesto que me encargué de que hicieran algo al respecto a pesar de que en primera instancia no encontraron nada. La búsqueda nunca dio resultados, todo era tan extraño. Las autoridades decidieron dar el caso como cerrado, por más que insistí, me daban a entender que tal vez todo fue una mala broma de mi parte. Empecé a creer que todo era una alucinación, pero eso era imposible, yo no estaba loca y no era posible que fuera una mentira ya que nunca regresó a mi lado. No volvió a casa desde aquel día y no recibí noticias de ningún tipo.

Nadie, podía asimilar todo lo que había ocurrido; mi familia estaba preocupada por mí. Día a día mi salud empeoraba debido al desgaste emocional y físico de querer una respuesta. Mi mente no lograba comprender como una persona pudo haberse borrado del mapa tan rápido, después que, aparentemente se encontraba al borde de la muerte viviendo tal accidente. Era imposible que todo lo que vivía fuera realidad, pero tampoco quería que la policía tuviera la razón empezando a creer que todo fue un capricho de mi mente. Comencé a crear historias y teorías de lo que pudo haber ocurrido, pero ninguna parecía ser válida. Simplemente quería escapar un poco de la realidad, pero a la vez estar en ella. Llegó el día en el que sentí que ya no tenía otra opción, debía hacerme a la idea de que él había muerto y desaparecido de mi vida. Sin motivos y sin respuestas a todas mis preguntas y teorías, inexplicable e irreal era aquel caso, pero aun así decidí intentar acatar las leyes de la naturaleza, del destino y de la vida misma. A veces deseaba con todas mis fuerzas poder detener el tiempo y regresarlo para evitar ese accidente, pero ¿quién era yo para realizar semejante hazaña? La respuesta a esa pregunta era fácil: Yo solo soy una simple mortal que no podía ir contra del mundo y del tiempo en su curso natural.

Pasaron meses después de aquel incidente y todo empezaba a tomar su curso normal; era necesario que mi vida comenzara a cambiar y tomar un poco de todo aquel sentido que se había perdido desde aquel día. Necesitaba poner un alto e intentar recuperar mi vida, intenté muchas cosas y parecía que lo estaba logrando. Poco a poco nuestras fotografías fueron removidas y en su lugar aparecían otras personas. En mi vida todo iba cambiando y en la vida de los demás ni qué decir, parecía ser que nadie lo extrañaba o peor aún, como si él nunca hubiese formado parte de nuestras vidas. Me causaba la situación tanto dolor y estrés ¿cómo una madre pudo olvidarse de la existencia de un hijo? Si yo, siendo sólo su pareja no podía olvidarlo, esa era la pregunta que retumbaba en mi cabeza día y noche. Lo único que permanecía de él en nuestras vidas eran los recuerdos que vivimos juntos y se habían almacenado en mi mente. Era muy duro tener que vivir con ese dolor, prefería evitarlo manteniéndome ocupada, realizando muchas actividades que me agotaban físicamente.

Ahora, me había convertido en la cocinera que siempre había deseado, y ganaba lo suficiente para darme una vida digna; también estaba intentando conocer nuevas personas y nuevos amores para poder <<olvidar>> todo aquello que sentía por él. Parecía que me estaba realizando profesionalmente, pero algo dentro de mi seguía incompleto. Desgraciadamente, cada vez que salía con algún hombre, mi mente y corazón lo buscaban y, en cambio, encontraba todos sus defectos. Extrañaba a aquel hombre que me había amado con tanta intensidad y me hacía sentir protegida ante cualquier adversidad. Extrañaba su simple compañía y ver su sonrisa todas las mañanas al despertar. Su esencia era algo que quedaría en mí recuerdo, ya que era lo que lo hacía diferente a cualquier otro y la razón más poderosa por la cual yo me había enamorado y me impulsaba a seguir profundamente enamorada de él. Con él la vida me demostraba que el amor y la felicidad existían y no eran inventos; amor y felicidad que desde ese día se habían ido y no había fuerza terrenal que hasta ahora, pudiera cambiar eso que yo sentía; era un vacío físico y emocional dentro de mí que me atormentaba a diario. Un torbellino de sentimientos de desesperanza, frustración, tristeza y coraje que no podía desecharlos de mi cuerpo y mente. Cada día me sentía enferma y me desgastaba demasiado a pesar de que parecía que lo tenía todo. Por mi mente y corazón los años no transcurrían, aquel sentimiento que alguna vez le profesé, seguía intacto; al contrario, sentía que se alimentaba y crecía por más que intentara olvidar y borrar todo, sabía que no lo conseguiría. Era tan difícil fingir que no existió y que dentro de mi todo estaba bien. Mi corazón estaba destrozado e incompleto desde aquel día, me hacía falta aquel hombre al cual yo había seleccionado como mi compañero de vida.

Cada noche, antes de cerrar los ojos, comenzaba a reflexionar y analizar todo lo que había sucedido en mi vida desde el accidente. Como era de esperarse, nunca lograba conseguir una respuesta o al menos intentar dar una explicación, por más que me esforzara, a su desaparición. Siempre llegaban a mi cada vez más dudas y preguntas que sabía que jamás iban a tener una respuesta. ¿Por qué él? ¿por qué la vida había preferido arrebatarlo de mi lado de esa forma tan extraña y absurda? ¿por qué no existía prueba alguna de su muerte? ¿por qué no había algo físico al cual poder llorar y sentir que todo tenía explicación? Las noches me parecían cada vez más aterradoras; empecé a disminuir mis horas de sueño. Me despertaba todas las mañanas después de apenas dormir dos o tres horas. Cada vez me iba desgastando más físicamente y emocionalmente, estaba destrozada.

Mi estado de salud era pésimo, pero no quería buscar ningún tipo de ayuda médica, no quería preocupar a nadie porque era más fácil aparentar un poco frente a los demás que yo estaba bien. Sabía que el origen de mi problema no era su muerte, sino la forma en que murió, el querer buscar un por qué a las cosas. Sabía que inconscientemente – quizá con más consciencia de la que creía – todas esas preguntas, en especial la última, hacía que dentro de mí no se apagara la llama de la esperanza. Pues bien dicen que la esperanza es lo último que muere. Sentía que, al no tener una prueba física de su muerte, existían posibilidades que por insignificantes que estas fueran, él podía encontrarse con vida, pero, aun así, no me tenía una respuesta al por qué él estaba lejos de nosotros y en especial de mí. 

Todos estos pensamientos pasaron tan rápido por mi mente; el recordar toda la historia del accidente habían hecho que olvidara por completo que él se encontraba frente a mí y mucho menos que tenía que hacer el supermercado. Por fin podía hacerle todas las preguntas que me atormentaban y podía finalmente, obtener una respuesta. Poco a poco reaccioné a lo que estaba sucediendo ante mis ojos y lo miré fijamente, cuando de pronto decidió hablar.

, aquí estoy y nunca me fui de tu lado

Respondió con voz entrecortada y una sonrisa desganada que apenas se le dibujaba en el rostro maltratado. Su mirada expresaba angustia y felicidad, cosa que no entendía muy bien. Sus ojos parecían tornarse un poco rojos y húmedos, como si quisiera llorar. Su sonrisa triste se notaba algo temblorosa, como si estuviese conteniendo el llanto.

¿No estabas muerto? Al menos eso creí hace muchos años cuando aquel accidente te arrebató la vida y arrancó de mi lado. Estábamos hablando por teléfono cuando de pronto sólo empezó a sonar un caos tremendo y finalmente, nada de ti, ni una sola huella. –

Respondí con tono enfurecido, parecía ser una broma de muy mal gusto de parte de alguien que quiso jugar con mi mente. Llegué a pensar que tanta falta de sueño me estaba afectando o, peor aún, que aquel comentario de las autoridades sobre mi alucinación parecía volverse real y estaba tomando sentido. Cómo es posible que una persona desaparezca y vuelva después de muchos años, así como si nada hubiese pasado. ¿Qué no estaba consciente de todo el dolor que había provocado en mí? ¿no pensó jamás en que yo lo extrañaría y que prácticamente había destrozado mi vida con su decisión de irse? Comencé a confundirme tanto y a sentir una gran impotencia; quería explotar en llanto y sentía cómo la temperatura de mi cuerpo iba subiendo debido al coraje y enojo que estaba conteniendo. Luché contra mis sentimientos, me hice la fuerte solo para no demostrarle debilidad al estallar en llanto o quizá comenzar a golpearlo y gritarle en público. Quería actuar como si él fuera un desconocido, así como si no me importara lo que estaba sucediendo, pero era demasiado tarde, ya mis sentimientos habían aflorado. Todo parecía volverse más confuso, él únicamente me miraba fijamente a los ojos como queriéndome decir que ahí estaba, que todo era real y nunca fue una alucinación. Me miraba con tanta seguridad que quería a comenzar a creerle, sentía una desesperación inmensa al querer comprender las cosas desde el principio. Quería comenzar por el principio y preguntarle todo, que me diera las respuestas a todas las preguntas que me había formulado pero que jamás había obtenido respuesta alguna. Después de tanto tiempo me parecía ilógico su regreso ¿qué era lo que quería conseguir? Tantos años de no verlo y venir a decir que nunca se fue, sonaba estúpido. ¿Es posible que alguien que se fue sin querer o quizá queriendo, regrese? Esa pregunta estaba acechando mi mente, sentía como todo se tornaba un poco más tenso. La única explicación que parecía ser lógica es que él había organizado todo, había planeado su <<muerte>> para finalmente regresar y hacerse el héroe de la historia. Parecía ser que quería un <<borrón y cuenta nueva>> como dicen coloquialmente. No me imaginaba que era lo que podía lograr haciéndolo y, finalmente, comenzó a hablar y al escuchar su voz masculina quebrantarse de nuevo, detuvo todos mis pensamientos. En mi mente solo cabía el escuchar su voz y la explicación que tanto había anhelado desde hace muchos años.

No has entendido me respondiósiempre he estado a tu lado y nunca me fui como tú piensas. Sí, quizá no estuve físicamente, pero he velado por tu vida y salud día con día. Además, me he encargado de que encuentres la felicidad y el amor que tanto te mereces, pero hay algo que me lo impide. Sé que nadie nos enseñó cómo vivir, pero si algo tengo claro es que tú debes dejarme ir. Los recuerdos sólo eso son, memorias guardadas para siempre y es necesario crear más recuerdos con otras personas. Me duele que a pesar de no estar contigo y con mi muerte afirmada, el amor que sientes por mi sigue intacto y con mayor intensidad. La vida es así, cambios constantes y hay que aceptarlos, son aprendizajes que debemos tomar, aunque no estemos de acuerdo

Respondió un tanto decepcionado conmigo y con la vida, su voz varonil comenzaba a quebrantarse y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos café. Esa escena me daba mucha ternura y tristeza pues eran los mismos sentimientos que un niño débil e indefenso mostraba al haber perdido a su madre.

En mi mente no cabía lo que estaba sucediendo. Quería una explicación sobre el accidente, no la lección de vida que estaba intentando darme y que no me estaba sirviendo de nada. Simplemente me bastaba con una explicación que estuviera cerca de la realidad y que me fuese entendible.

¿Distancia? ¿De qué me estás hablando? ¡No entiendo, estás muerto!

Respondí gritándole; el coraje y la impotencia estaban comenzando a apoderarse de mi nuevamente. Tenía unas ganas inmensas de golpearlo para después salir corriendo y desaparecer, así como él lo había hecho.  Estaba harta y mi mente cansada, ya no quería ajetrearla más con esto. Por más que intenté contenerme las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos; no podía resistir más, era tanta la impotencia que estaba sintiendo.

De pronto, se acerca un poco más, lo cual hace que quedemos a escasos centímetros de distancia. Con su mirada y simple presencia lograba transmitirme una paz inmensa que necesitaba mucho. Era tan extraño, pero empecé a sentir como el enojo iba disminuyendo junto con mi temperatura corporal de una forma veloz. Al verlo, mostrándome su lado más débil y tan cerca de mí, únicamente me daban ganas de abrazarlo y besarlo. Tantos años anhelando este momento y ahora que lo estoy viviendo, no sé ni cómo reaccionar. Parece ser que mis sentimientos se empeñan por crear una revolución dentro de mí.

La gente que se encontraba caminando cerca de nosotros comenzaba a mirarnos de forma extraña. Incluso varias personas se acercaron para preguntar si todo estaba en orden o si necesitaba ayuda. Cuando de pronto, después de tanto enojo, tristeza y llanto, toma la iniciativa y comienza a limpiarme las lágrimas que bañaban mi rostro. Lo hacía con una gran delicadeza y justo al terminar, me dice algo que jamás olvidaré.

¡Jamás me fui porque nunca existí!

Me respondió con tono prepotente y muy alto, pero a la vez amoroso y seguridad en sus palabras. Estás palabras retumbaron en mi cabeza una y otra vez. ¿Cómo que nunca existió? La revolución comienza de nuevo y no sé cómo controlarla; son tantos sentimientos los que vienen y no puedo pararlos.

En ese instante, abro los ojos de golpe y me doy cuenta que fue solo un sueño; como todos los demás, es fastidioso lidiar diariamente con ellos. ¿Cuánto más podré sobrevivir así? No lo sé, son tantas las historias que atormentan mis noches que mi vida es una pesadilla. Es insoportable tener que despertar agitada debido a las fantasías creadas, pensando que todo es verdadero por unos cuantos minutos, hasta que, de golpe, llego a la realidad. Nunca he logrado entender por qué debo pasar por esto o cual es el origen de mi problema, simplemente quiero desaparecer o bloquear mi mente. Tal situación me entristece causando cierta impotencia, estoy tan enfocada en mis pensamientos, que no presto atención a lo que ocurre a mi alrededor. No sé ni siquiera donde estoy; parece ser un cuarto de hospital, pero con un ambiente más hostil; todo es de color blanco y estamos en un cuarto estrecho con innumerables aparatos que nunca había visto. Cada aparato emite un sonido parecido a un chillido, pero a una gran velocidad, logrando que mis pensamientos se nublen; dentro de mi confusión alcanzo a percibir que en una de las paredes hay una ventana y noto que muchas personas van caminando aceleradamente de un lado a otro como si algo los estuviera presionando. Cerca de mí se encuentran cuatro personas vestidas de blanco observándome fijamente, como esperando a que no me vaya a mover o a cometer alguna locura. Tantas miradas y pensamientos comienzan a marearme aún más; me siento agitada y mi corazón parece estar a mil por hora, sintiendo por unos momentos que saldrá de su lugar. Entre miradas fijas, chillidos y pesadillas, siento como mi ropa se empapa de sudor. Intento moverme por la impotencia, pero es inútil, las personas empiezan a tomarme de los brazos y piernas impidiendo mis movimientos. Lágrimas reales brotan de mis ojos, ahora no es un sueño e intento remover las lágrimas con mis manos, pero me es imposible. Es tanta la fuerza de las personas sujetándome que todo es en vano, jamás lograré nada y empiezo a ceder lentamente. Ellos comienzan a murmurar cosas que no logro comprender; me siento mareada y mi mente está confundida, no puedo pensar en nada. No logro entender que es lo que quieren lograr inmovilizándome y me es imposible descifrar sus murmullos

De pronto, detrás de ellos aparece una quinta persona, jamás la había visto. Tiene una sonrisa en el rostro, sin embargo, alcanzo a percibir cierta preocupación; parece tener miedo de que me haga daño a mí misma o a alguno de sus compañeros. De repente, empieza a correr hacía mi con un objeto puntiagudo en la mano; las cuatro personas que se encuentran deteniéndome ejercen mayor fuerza sobre mi cuerpo y, finalmente, decido quedarme quieta por un momento; mi llanto cesó y lo único que siento es el sudor escurriendo en mi rosto. Decido hacer un último intento para quitarlo porque empieza a arder al entrar a mis ojos; me encuentro tan débil que no lo logré y la persona que viene corriendo por fin llega a mi lado tomándome del brazo y extendiéndolo hacia ella.  Alcanzo a ver que les dice algo y al instante sujetan mi brazo con firmeza. Todo sucede tan rápido que no comprendo nada de lo que está ocurriendo y qué es lo que quieren lograr; pareciera como si ellos ya hubieran tratado conmigo antes y lo extraño es que yo no los recuerdo. Estoy sumergida en mis pensamientos, que al clavar de golpe en mi brazo el objeto puntiagudo hace a mi mente despejarse al instante, no percibí dolor alguno. Siento como, al inyectarme, un líquido frío comienza a recorrer mi cuerpo; mi temperatura corporal parecía encontrarse tan alta que lo encuentro refrescante.

No te preocupes cariño, todo estará bien


Me dice con un tono de voz muy dulce y cálido al oído. Al cabo de unos segundos, mi corazón empieza a latir de forma tranquila y el sudor poco a poco empieza a desaparecer. Siento escalofríos recorriéndome, mis cabellos se erizan y me siento algo somnolienta. Veo todo cada vez con menor contraste y mi mente parece despejarse por completo de tanta angustia. La habitación comienza a ser invadida por el color negro, todo lo que era blanco se vuelve oscuro no puedo distinguir los objetos claramente y mi mente es vencida por una pesadez inmensa. Finalmente, no veo nada y al parecer nada de lo que pasó importa ya.

martes, 16 de mayo de 2017

Un error evitable


Hasta aquí, susurré y enseguida me di un tiro en la cabeza.

Minutos antes me encontraba yo, parada en medio de la oscuridad de la noche, intentaba calmar mis pensamientos y mi respiración, parecía que tanto correr iba a sacarme el corazón del pecho. Hacía mucho frío, sentía como mis manos empezaban a entumirse gracias a los agujeros de mis guantes o quizá por el miedo que invadía mi cuerpo. No sabía qué hacer, me encontraba ahí pensando en todo lo que ocurrió hace unos momentos; de pronto, empiezo a escuchar las sirenas de la policía acercarse a mí, por fin me encontraron, lágrimas empiezan a brotar de mis ojos y empiezo a recordar todo lo que pasó. Todo sucedió de forma tan inesperada y rápida que no supe cómo reaccionar y mucho menos si lo que hice estuvo bien. Primero, me encontraba afuera de la casa planeando como entrar sin que nadie lo notara. Luego, me encuentro caminando de prisa en busca de la puerta, cuando de pronto alguien enciende la luz y era ella, la reconocí con el simple hecho de ver sus ojos. Su mirada era la misma y no había cambiado desde la última vez que la vi, se veía esa extraña mezcla de tristeza y malicia en ella. Hacía años que no la veía y mucho menos escuchaba su voz, pero a pesar del tiempo, comienza a hablarme con ternura y me pide explicaciones sobre todo lo que ocurrió años atrás. Realmente no tenía la respuesta a todo y comencé a ponerme nerviosa y empecé a temblar. Todo lo que había logrado agarrar empieza a caerse de mis manos. El tiempo pasa rápido y decido correr hacia la puerta para escapar, pero algo hace que me detenga y la voltee a ver una vez más. Ella comenzó a llorar, hacía años que no nos veíamos y estábamos tan cerca la una de la otra, quería que le explicara el por qué decidí irme sin explicación ni motivos aparentes. Tantas preguntas empezaron a abrumar mi mente y entro en pánico. Yo no me siento bien y suelto lo poco que quedaba aún en mis manos de golpe. Al momento de que las cosas caen al suelo siento la mirada de mi madre y veo como en sus ojos se refleja la esperanza de que corra a sus brazos. Se equivoca, me observa fijamente y mientras tanto decido meter una de mis manos a mi abrigo. Comienzo a buscar dentro, hasta encontrarla y entonces la sujeto firmemente, es la única forma de parar todo. No quiero hacerlo, pero la situación me obliga, mi mente se nubla y siento que me estoy asfixiando por todas las preguntas y su mirada me incomoda. Al momento de sujetarla con mis manos, hago un movimiento rápido y exacto de tal forma que queda apuntando hacía mi madre. Pasan unos segundos y su semblante cambió completamente. Uno, dos y tres disparos, le di justo en el corazón, la sangre empieza a salir con tanta rapidez que su ropa empieza a teñirse de color rojo. Su reacción al verlo que iba a hacer no la podré borrar nunca de mi mente, pero ella me obligó. Fue entonces cuando reaccioné y decidí que tenía que escapar, mi padre no tardaba en despertar y ver todo lo que ocurrió para entonces llamar a la policía. No tuve otra opción más que correr lejos de ese lugar. ¿Cómo era posible que pude matar a mi madre? Sí, se lo merecía, pero nunca me creí capaz de realizar eso que tanto tiempo había imaginado. La rabia y la valentía que sentí en ese momento era inexplicable pero poco a poco un sentimiento de culpa empieza a invadirme. Mi mente vuelve a nublarse un poco y dejo de correr. Me quedo ahí parada en medio de la noche y lejos de mi casa, no sentía mis piernas de tanto correr y mi corazón estaba a punto de explotar. De pronto, son ellos, parece que mi padre hizo lo que imaginé. La policía se aproxima a mí y aquí me encuentro yo reflexionando sobre lo que ocurrió. El miedo invade mi ser y vuelvo a tomar el arma, colocándola sobre mi cabeza. Tantas emociones no me dejan pensar con claridad y no sé si lo que haré está bien. Debo poner un alto a todo, es el fin.