- ¿De nuevo tú? –
Respondí con ineptitud y un tanto confundida. Era imposible, habían transcurrido años desde la última vez que lo vi, todos
creíamos que él estaba muerto y de pronto se
aparece frente a mí sin explicación alguna. Yo únicamente me encontraba caminando hacia el supermercado a realizar las
compras semanales, cuando de entre un callejón salió dando un paso fuerte y logró
colocarse frente a mí; en ese instante cautivo mi atención puesto que no
imaginaba semejante sorpresa. La hora no la recuerdo con exactitud, solamente
podría decir que estaba anocheciendo y hacía un poco de viento. Así eran las
típicas tardes de otoño en la ciudad y sin imaginarlo, de un instante a otro
todo cambió. La monotonía y rutina se esfumaron al verlo de pie frente a mí. De
pronto, decide dar un paso hacia mí y al tenerlo tan cerca puedo notar que su
ropa se encuentra desgastada y con algunos agujeros que fueron cubiertos con
parches de tela. En su cara puedo ver ciertas marcas de preocupación y sus
pómulos se encuentran marcados. Ahora es un poco más delgado, pareciera como si
no hubiese probado alimento en meses. Ha cambiado tanto desde la última vez,
mis recuerdos sobre su persona son tan distintos. Además, puedo notar que en
sus brazos se encuentran algunas heridas con un poco de sangre seca alrededor y
en su pecho se aprecian cicatrices que forman un patrón extraño; como si
hubiesen sido creadas con un propósito. Comienza a mirarme fijamente a los ojos
y empiezo a sentir una especie de nerviosismo. Hace mucho que esos ojos no me
miraban con tanto detenimiento. Siento que quiere decirme algo con su mirada,
pero una fuerza invisible parece impedírselo; no entiendo nada de lo que está
ocurriendo ahora.
Empiezo a viajar dentro de mis recuerdos; semejante encuentro removió
muchos sentimientos y memorias dentro de mí. Recuerdo el día en que murió como si hubiera sido ayer; Nos encontrábamos en lo que
parecía ser una mañana de invierno común y corriente, la brisa era fresca y el
cielo nublado. Estábamos recostados en la sala y decidí encender el televisor,
en el canal del noticiero se estaba anunciado que una tormenta de nieve se
aproximaba y se recomendaba que los ciudadanos se resguardaran en los hogares. Parecía
que nuestros planes de viaje iban a verse frustrados por semejante noticia. A
los dos nos gustaban las aventuras extremas, todo siempre era un reto, por lo
cual, decidimos que sería interesante llevar a cabo el viaje para deleitarnos
con la nieve en otro ambiente abierto, diferente a la ciudad. Lamentablemente, un
par de minutos después, un dolor intenso en el estómago comenzaba a
atormentarme y decidí ir a la cama a descansar y le propuse posponer el viaje,
pero como era de esperarse, se negó. No se pudo resistir y yo no me sentía con
el poder para negarle disfrutar de la vida, de lo que ambos amábamos hacer. No
tardó mucho tiempo en tomar la decisión de iniciar el viaje, recogió un par de
cambios de ropa y zapatos y los metió a su maletín. Después de todo solo quería
disfrutar un par de horas de la nieve, viajando a un pueblo perdido y que
parecía haber sido olvidado por los habitantes de la ciudad. Las pocas personas
que sabían de la existencia de ese pueblo, presumían que había en él los
mejores paisajes. Había un fuerte contraste entre la naturaleza y la parte
colonizada por los humanos pero que había sido olvidada. Edificios abandonados
y plantas brotando dentro de ellos, los cuales serían cubiertos por nieve en
unas cuantas horas al llegarles la tormenta.
El viaje hacia el
pequeño pueblo no era tan largo, se encontraba a escasas dos horas de la
ciudad. Él había salido apenas hacía una hora y además prometió avisarme en
cuanto llegara a su destino. Al encontrarme sola en nuestro hogar, decidí matar
un poco el tiempo y encendí el televisor. Las noticias nuevamente, en primer
plano se encontraban fotografías y videos de cómo la tormenta iba cubriendo y
destruyendo todo a su paso; vi como llegaba al pueblo. Al ver las noticias, sentí
una gran preocupación y decidí marcarle al móvil, no timbró mucho y al instante
atendió mi llamada; lo primero que hice fue preguntarle sobre la tormenta, de cómo
estaba el camino y él solo respondió que algo resbaloso porque estaba lloviendo
y cayendo un poco de nieve. Parecía ser que no era tan desastroso como lo había
visto en las noticias, pero aun así no estaba tranquila, tenía miedo de que
algo le sucediera. Él sintió mi preocupación y me dijo que no me colgaría hasta
que el llegara al pueblo para que me asegurara que todo estaba bien. De
repente, en vez de escuchar su voz a través del móvil se empezaron a escuchar
sus gritos, golpes y vidrios quebrándose de una forma incesante y espantosa.
Parecía una película de terror y era difícil imaginar que era lo que estaba
ocurriendo realmente. No quería comenzar a sugestionarme, pero fue inevitable,
por mi mente pasaron tantas cosas y comencé a gritarle para que me dijera qué
estaba pasando. Lo único que pedía es que el estuviera bien y que sólo fuera
una mala broma de su parte. Había mucho ruido, parecía que la llamada iba a
cortarse sin tener una explicación. Finalmente, después de tanto ruido
imparable, todo cesó saliendo a la luz un silencio que me hizo estremecer. Parecía
una película de terror de la cual no quería que ninguno de los dos fuéramos los
protagonistas.
– Te amo, nunca lo olvides –
Susurró al móvil, apenas
alcance a escucharlo a pesar de todo el silencio que había. Su voz parecía
desgastada, noté en ella mucho dolor y pocas esperanzas para continuar viviendo.
Estaba dándome a entender que todo iba a terminar y yo no quería eso para
nosotros. Quizá era algo egoísta, pero yo lo amaba y nuestra vida era perfecta
¿cómo era posible que de un día a otro todo cambiara? Lo quería de regreso conmigo
sano y salvo. Deseaba inmensamente que jamás hubiese emprendido ese viaje. Mi
dolor de estómago parecía que había sido una señal, pero decidimos no
escucharla. Todo parecía ser tan confuso que mi mente no lograba comprender que
era lo que estaba sucediendo dentro de aquel automóvil. Comencé a gritar
imparablemente pidiendo una explicación, sentía un vacío dentro de mí, que iba
llenándose de coraje e impotencia. Podría decir que entré en una especie de
<<shock emocional>> y lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos. Era
algo que no podía detener, sentía como algo dentro de mí estaba oprimiéndome el
pecho y estaba comenzando a faltarme el aire para respirar. Rogaba a Dios que
no fuera nada grave lo que había sucedido con él y le pedía que me diera calma,
puesto que de nada me servía estar paranoica.
Pasaron unos cuantos
minutos y no recibí respuesta alguna por parte de él. Así que decidí tomar la
iniciativa y comencé a llamar a la policía, ambulancias y todas las autoridades
correspondientes para que lo rescataran de lo que sea que le hubiese ocurrido.
Les comenté a las autoridades todo lo que había pasado y escuchado a través del
móvil, pero jamás pude precisar el lugar del acontecimiento puesto que nunca se
me ocurrió preguntarle en que parte de la carretera iba. Las autoridades emprendieron
su labor y revisaron toda la carretera de pies a cabeza, se sentía que algo
andaba mal y a mí no me comentaban nada de lo que habían recopilado de
información. Empezaron a llamar refuerzos, pero poco a poco noté como los
ánimos de búsqueda iban disminuyendo. Fue entonces cuando decidieron comentarme
que en ningún tramo de la carretera había secuelas de algún accidente, puesto
que jamás dieron con algún automóvil accidentado y mucho menos con algún
cuerpo, parecía como si todo hubiese sido tragado por la tierra. La tormenta de
nieve comenzaba a ceder y ni aun así dieron con algún rastro de él. Pasaron
semanas de búsqueda, puesto que me encargué de que hicieran algo al respecto a
pesar de que en primera instancia no encontraron nada. La búsqueda nunca dio
resultados, todo era tan extraño. Las autoridades decidieron dar el caso como
cerrado, por más que insistí, me daban a entender que tal vez todo fue una mala
broma de mi parte. Empecé a creer que todo era una alucinación, pero eso era imposible,
yo no estaba loca y no era posible que fuera una mentira ya que nunca regresó a
mi lado. No volvió a casa desde aquel día y no recibí noticias de ningún tipo.
Nadie, podía asimilar
todo lo que había ocurrido; mi familia estaba preocupada por mí. Día a día mi
salud empeoraba debido al desgaste emocional y físico de querer una respuesta.
Mi mente no lograba comprender como una persona pudo haberse borrado del mapa
tan rápido, después que, aparentemente se encontraba al borde de la muerte
viviendo tal accidente. Era imposible que todo lo que vivía fuera realidad,
pero tampoco quería que la policía tuviera la razón empezando a creer que todo
fue un capricho de mi mente. Comencé a crear historias y teorías de lo que pudo
haber ocurrido, pero ninguna parecía ser válida. Simplemente quería escapar un
poco de la realidad, pero a la vez estar en ella. Llegó el día en el que sentí
que ya no tenía otra opción, debía hacerme a la idea de que él había muerto y
desaparecido de mi vida. Sin motivos y sin respuestas a todas mis preguntas y
teorías, inexplicable e irreal era aquel caso, pero aun así decidí intentar
acatar las leyes de la naturaleza, del destino y de la vida misma. A veces
deseaba con todas mis fuerzas poder detener el tiempo y regresarlo para evitar
ese accidente, pero ¿quién era yo para realizar semejante hazaña? La respuesta
a esa pregunta era fácil: Yo solo soy una simple mortal que no podía ir contra
del mundo y del tiempo en su curso natural.
Pasaron meses después de
aquel incidente y todo empezaba a tomar su curso normal; era necesario que mi
vida comenzara a cambiar y tomar un poco de todo aquel sentido que se había
perdido desde aquel día. Necesitaba poner un alto e intentar recuperar mi vida,
intenté muchas cosas y parecía que lo estaba logrando. Poco a poco nuestras
fotografías fueron removidas y en su lugar aparecían otras personas. En mi vida
todo iba cambiando y en la vida de los demás ni qué decir, parecía ser que
nadie lo extrañaba o peor aún, como si él nunca hubiese formado parte de
nuestras vidas. Me causaba la situación tanto dolor y estrés ¿cómo una madre
pudo olvidarse de la existencia de un hijo? Si yo, siendo sólo su pareja no
podía olvidarlo, esa era la pregunta que retumbaba en mi cabeza día y noche. Lo
único que permanecía de él en nuestras vidas eran los recuerdos que vivimos
juntos y se habían almacenado en mi mente. Era muy duro tener que vivir con ese
dolor, prefería evitarlo manteniéndome ocupada, realizando muchas actividades
que me agotaban físicamente.
Ahora, me había
convertido en la cocinera que siempre había deseado, y ganaba lo suficiente
para darme una vida digna; también estaba intentando conocer nuevas personas y
nuevos amores para poder <<olvidar>> todo aquello que sentía por
él. Parecía que me estaba realizando profesionalmente, pero algo dentro de mi
seguía incompleto. Desgraciadamente, cada vez que salía con algún hombre, mi
mente y corazón lo buscaban y, en cambio, encontraba todos sus defectos.
Extrañaba a aquel hombre que me había amado con tanta intensidad y me hacía
sentir protegida ante cualquier adversidad. Extrañaba su simple compañía y ver
su sonrisa todas las mañanas al despertar. Su esencia era algo que quedaría en
mí recuerdo, ya que era lo que lo hacía diferente a cualquier otro y la razón
más poderosa por la cual yo me había enamorado y me impulsaba a seguir profundamente
enamorada de él. Con él la vida me demostraba que el amor y la felicidad
existían y no eran inventos; amor y felicidad que desde ese día se habían ido y
no había fuerza terrenal que hasta ahora, pudiera cambiar eso que yo sentía; era
un vacío físico y emocional dentro de mí que me atormentaba a diario. Un
torbellino de sentimientos de desesperanza, frustración, tristeza y coraje que
no podía desecharlos de mi cuerpo y mente. Cada día me sentía enferma y me
desgastaba demasiado a pesar de que parecía que lo tenía todo. Por mi mente y
corazón los años no transcurrían, aquel sentimiento que alguna vez le profesé,
seguía intacto; al contrario, sentía que se alimentaba y crecía por más que
intentara olvidar y borrar todo, sabía que no lo conseguiría. Era tan difícil
fingir que no existió y que dentro de mi todo estaba bien. Mi corazón estaba
destrozado e incompleto desde aquel día, me hacía falta aquel hombre al cual yo
había seleccionado como mi compañero de vida.
Cada noche, antes de
cerrar los ojos, comenzaba a reflexionar y analizar todo lo que había sucedido
en mi vida desde el accidente. Como era de esperarse, nunca lograba conseguir
una respuesta o al menos intentar dar una explicación, por más que me
esforzara, a su desaparición. Siempre llegaban a mi cada vez más dudas y
preguntas que sabía que jamás iban a tener una respuesta. ¿Por qué él? ¿por qué
la vida había preferido arrebatarlo de mi lado de esa forma tan extraña y
absurda? ¿por qué no existía prueba alguna de su muerte? ¿por qué no había algo
físico al cual poder llorar y sentir que todo tenía explicación? Las noches me
parecían cada vez más aterradoras; empecé a disminuir mis horas de sueño. Me
despertaba todas las mañanas después de apenas dormir dos o tres horas. Cada
vez me iba desgastando más físicamente y emocionalmente, estaba destrozada.
Mi estado de salud era
pésimo, pero no quería buscar ningún tipo de ayuda médica, no quería preocupar
a nadie porque era más fácil aparentar un poco frente a los demás que yo estaba
bien. Sabía que el origen de mi problema no era su muerte, sino la forma en que
murió, el querer buscar un por qué a las cosas. Sabía que inconscientemente – quizá
con más consciencia de la que creía – todas esas preguntas, en especial la
última, hacía que dentro de mí no se apagara la llama de la esperanza. Pues
bien dicen que la esperanza es lo último que muere. Sentía que, al no tener una
prueba física de su muerte, existían posibilidades que por insignificantes que
estas fueran, él podía encontrarse con vida, pero, aun así, no me tenía una
respuesta al por qué él estaba lejos de nosotros y en especial de mí.
Todos estos pensamientos
pasaron tan rápido por mi mente; el recordar toda la historia del accidente
habían hecho que olvidara por completo que él se encontraba frente a mí y mucho
menos que tenía que hacer el supermercado. Por fin podía hacerle todas las
preguntas que me atormentaban y podía finalmente, obtener una respuesta. Poco a
poco reaccioné a lo que estaba sucediendo ante mis ojos y lo miré fijamente,
cuando de pronto decidió hablar.
– Sí, aquí estoy y nunca me fui de tu lado –
Respondió con voz entrecortada y una sonrisa desganada que apenas se le dibujaba en
el rostro maltratado. Su mirada expresaba angustia y felicidad, cosa que no entendía muy bien.
Sus ojos parecían tornarse un poco rojos y húmedos, como si quisiera llorar. Su
sonrisa triste se notaba algo temblorosa, como si estuviese conteniendo el
llanto.
– ¿No estabas muerto? Al menos eso creí hace muchos años cuando aquel accidente te arrebató la vida y arrancó
de mi lado. Estábamos hablando por teléfono cuando de pronto sólo empezó a
sonar un caos tremendo y finalmente, nada de ti, ni una sola huella. –
Respondí con tono enfurecido, parecía ser una broma de muy mal gusto de
parte de alguien que quiso jugar con mi mente. Llegué a pensar que tanta falta
de sueño me estaba afectando o, peor aún, que aquel comentario de las autoridades
sobre mi alucinación parecía volverse real y estaba tomando sentido. Cómo es
posible que una persona desaparezca y vuelva después de muchos años, así como
si nada hubiese pasado. ¿Qué no estaba consciente de todo el dolor que había
provocado en mí? ¿no pensó jamás en que yo lo extrañaría y que prácticamente
había destrozado mi vida con su decisión de irse? Comencé a confundirme tanto y
a sentir una gran impotencia; quería explotar en llanto y sentía cómo la
temperatura de mi cuerpo iba subiendo debido al coraje y enojo que estaba
conteniendo. Luché contra mis sentimientos, me hice la fuerte solo para no
demostrarle debilidad al estallar en llanto o quizá comenzar a golpearlo y
gritarle en público. Quería actuar como si él fuera un desconocido, así como si
no me importara lo que estaba sucediendo, pero era demasiado tarde, ya mis
sentimientos habían aflorado. Todo parecía volverse más confuso, él únicamente
me miraba fijamente a los ojos como queriéndome decir que ahí estaba, que todo
era real y nunca fue una alucinación. Me miraba con tanta seguridad que quería
a comenzar a creerle, sentía una desesperación inmensa al querer comprender las
cosas desde el principio. Quería comenzar por el principio y preguntarle todo,
que me diera las respuestas a todas las preguntas que me había formulado pero
que jamás había obtenido respuesta alguna. Después de tanto tiempo me parecía
ilógico su regreso ¿qué era lo que quería conseguir? Tantos años de no verlo y
venir a decir que nunca se fue, sonaba estúpido. ¿Es posible que alguien que se
fue sin querer o quizá queriendo, regrese? Esa pregunta estaba acechando mi
mente, sentía como todo se tornaba un poco más tenso. La única explicación que
parecía ser lógica es que él había organizado todo, había planeado su <<muerte>>
para finalmente regresar y hacerse el héroe de la historia. Parecía ser que
quería un <<borrón y cuenta nueva>> como dicen coloquialmente. No
me imaginaba que era lo que podía lograr haciéndolo y, finalmente, comenzó a
hablar y al escuchar su voz masculina quebrantarse de nuevo, detuvo todos mis pensamientos.
En mi mente solo cabía el escuchar su voz y la explicación que tanto había
anhelado desde hace muchos años.
– No has entendido – me respondió – siempre he estado a tu lado y nunca me fui como
tú piensas. Sí, quizá no estuve físicamente, pero he velado por tu vida y salud
día con día. Además, me he encargado de que encuentres la felicidad y el amor
que tanto te mereces, pero hay algo que me lo impide. Sé que nadie nos enseñó cómo vivir, pero si algo tengo
claro es que tú debes dejarme ir. Los recuerdos sólo eso son, memorias
guardadas para siempre y es necesario crear más recuerdos con otras personas.
Me duele que a pesar de no estar contigo y con mi muerte afirmada, el amor que
sientes por mi sigue intacto y con mayor intensidad. La vida es así, cambios
constantes y hay que aceptarlos, son aprendizajes que debemos tomar, aunque no
estemos de acuerdo –
Respondió un tanto
decepcionado conmigo y con la vida, su voz varonil comenzaba a quebrantarse y
las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos café. Esa escena me daba mucha
ternura y tristeza pues eran los mismos sentimientos que un niño débil e
indefenso mostraba al haber perdido a su madre.
En mi mente no cabía lo
que estaba sucediendo. Quería una explicación sobre el accidente, no la lección
de vida que estaba intentando darme y que no me estaba sirviendo de nada.
Simplemente me bastaba con una explicación que estuviera cerca de la realidad y
que me fuese entendible.
–¿Distancia? ¿De qué me estás hablando? ¡No entiendo, tú estás muerto! –
Respondí gritándole; el coraje y la impotencia estaban comenzando a apoderarse de mi nuevamente. Tenía unas ganas
inmensas de golpearlo para después salir corriendo y desaparecer, así como él
lo había hecho. Estaba harta y mi mente
cansada, ya no quería ajetrearla más con esto. Por más que intenté contenerme las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos; no podía resistir más, era tanta la impotencia que estaba sintiendo.
De pronto, se acerca un
poco más, lo cual hace que quedemos a escasos centímetros de distancia. Con su
mirada y simple presencia lograba transmitirme una paz inmensa que necesitaba
mucho. Era tan extraño, pero empecé a sentir como el enojo iba disminuyendo
junto con mi temperatura corporal de una forma veloz. Al verlo, mostrándome su
lado más débil y tan cerca de mí, únicamente me daban ganas de abrazarlo y
besarlo. Tantos años anhelando este momento y ahora que lo estoy viviendo, no
sé ni cómo reaccionar. Parece ser que mis sentimientos se empeñan por crear una
revolución dentro de mí.
La gente que se
encontraba caminando cerca de nosotros comenzaba a mirarnos de forma extraña.
Incluso varias personas se acercaron para preguntar si todo estaba en orden o
si necesitaba ayuda. Cuando de pronto, después de tanto enojo, tristeza y
llanto, toma la iniciativa y comienza a limpiarme las lágrimas que bañaban mi
rostro. Lo hacía con una gran delicadeza y justo al terminar, me dice algo que
jamás olvidaré.
–¡Jamás me fui porque nunca existí! –
Me respondió con tono prepotente y muy alto, pero a la vez amoroso y
seguridad en sus palabras. Estás palabras retumbaron en mi cabeza una y otra
vez. ¿Cómo que nunca existió? La revolución comienza de
nuevo y no sé cómo controlarla; son tantos sentimientos los que vienen y no puedo pararlos.
En ese instante, abro los ojos de golpe y me doy cuenta que fue solo un sueño;
como todos los demás, es fastidioso lidiar diariamente con ellos. ¿Cuánto más
podré sobrevivir así? No lo sé, son tantas las historias que atormentan mis
noches que mi vida es una pesadilla. Es insoportable tener que despertar
agitada debido a las fantasías creadas, pensando que todo es verdadero por unos
cuantos minutos, hasta que, de golpe, llego a la realidad. Nunca he logrado
entender por qué debo pasar por esto o cual es el origen de mi problema,
simplemente quiero desaparecer o bloquear mi mente. Tal situación me entristece
causando cierta impotencia, estoy tan enfocada en mis pensamientos, que no
presto atención a lo que ocurre a mi alrededor. No sé ni siquiera donde estoy;
parece ser un cuarto de hospital, pero con un ambiente más hostil; todo es de color
blanco y estamos en un cuarto estrecho con innumerables aparatos que nunca
había visto. Cada aparato emite un sonido parecido a un chillido, pero a una gran
velocidad, logrando que mis pensamientos se nublen; dentro de mi confusión
alcanzo a percibir que en una de las paredes hay una ventana y noto que muchas
personas van caminando aceleradamente de un lado a otro como si algo los
estuviera presionando. Cerca de mí se encuentran cuatro personas vestidas de
blanco observándome fijamente, como esperando a que no me vaya a mover o a
cometer alguna locura. Tantas miradas y pensamientos comienzan a marearme aún
más; me siento agitada y mi corazón parece estar a mil por hora, sintiendo por
unos momentos que saldrá de su lugar. Entre miradas fijas, chillidos y
pesadillas, siento como mi ropa se empapa de sudor. Intento moverme por la
impotencia, pero es inútil, las personas empiezan a tomarme de los brazos y
piernas impidiendo mis movimientos. Lágrimas reales brotan de mis ojos, ahora
no es un sueño e intento remover las lágrimas con mis manos, pero me es
imposible. Es tanta la fuerza de las personas sujetándome que todo es en vano, jamás
lograré nada y empiezo a ceder lentamente. Ellos comienzan a murmurar cosas que
no logro comprender; me siento mareada y mi mente está confundida, no puedo pensar
en nada. No logro entender que es lo que quieren lograr inmovilizándome y me es
imposible descifrar sus murmullos
De pronto, detrás de ellos aparece una quinta persona, jamás la había visto.
Tiene una sonrisa en el rostro, sin embargo, alcanzo a percibir cierta
preocupación; parece tener miedo de que me haga daño a mí misma o a alguno de
sus compañeros. De repente, empieza a correr hacía mi con un objeto puntiagudo
en la mano; las cuatro personas que se encuentran deteniéndome ejercen mayor fuerza
sobre mi cuerpo y, finalmente, decido quedarme quieta por un momento; mi llanto
cesó y lo único que siento es el sudor escurriendo en mi rosto. Decido hacer un
último intento para quitarlo porque empieza a arder al entrar a mis ojos; me
encuentro tan débil que no lo logré y la persona que viene corriendo por fin
llega a mi lado tomándome del brazo y extendiéndolo hacia ella. Alcanzo a ver que les dice algo y al instante
sujetan mi brazo con firmeza. Todo sucede tan rápido que no comprendo nada de
lo que está ocurriendo y qué es lo que quieren lograr; pareciera como si ellos
ya hubieran tratado conmigo antes y lo extraño es que yo no los recuerdo. Estoy
sumergida en mis pensamientos, que al clavar de golpe en mi brazo el objeto
puntiagudo hace a mi mente despejarse al instante, no percibí dolor alguno.
Siento como, al inyectarme, un líquido frío comienza a recorrer mi cuerpo; mi
temperatura corporal parecía encontrarse tan alta que lo encuentro refrescante.
– No te preocupes cariño,
todo estará bien –
Me dice con un tono de voz muy dulce y cálido al oído. Al cabo de unos
segundos, mi corazón empieza a latir de forma tranquila y el sudor poco a poco empieza
a desaparecer. Siento escalofríos recorriéndome, mis cabellos se erizan y me
siento algo somnolienta. Veo todo cada vez con menor contraste y mi mente parece
despejarse por completo de tanta angustia. La habitación comienza a ser
invadida por el color negro, todo lo que era blanco se vuelve oscuro no puedo
distinguir los objetos claramente y mi mente es vencida por una pesadez
inmensa. Finalmente, no veo nada y al parecer nada de lo que pasó importa ya.